Padre, veo que, en mi vida, tú eres Dios que camina conmigo… Canadá

Mi historia de vocación comenzó en la pequeña ciudad de Madoc, en una fraternidad internacional FMM a la que fui invitada por las hermanas, para discernir mi vocación. La llamada a convertirme en miembro de una comunidad religiosa se hizo más fuerte a medida que pasaba más tiempo con Dios, con la comunidad y con las gentes de la ciudad (en particular con los discapacitados físicos y mentales) Viviendo con las hermanas me conmovió su espíritu franciscano de sencillez y alegría y su presencia entre los menos afortunados de la ciudad. Percibí un verdadero sentimiento de pertenencia, y el deseo de llegar a ser FMM comenzó a despertarse en mi corazón. Sentí que Dios me invitaba a caminar más íntimamente unida a Él y a creer, como María, en las promesas del Señor.

Esta llamada profunda en mi corazón de estar con mi solo y verdadero amor, Cristo, y con los pobres, continua dándose en mi vida. Desde el comienzo de mi vida FMM, Dios me ha llevado por caminos diferentes, primero con los niños de diferentes edades en diversas guarderías y en una escuela primaria, una experiencia de misión con la comunidad de Tejas, Estados Unidos (una comunidad en la frontera de Méjico) y ahora como secretaria provincial. Estas experiencias me han ayudado a crecer y me han hecho darme cuenta de la importancia de ser una “presencia humanizante” que revela el amor, la ternura y el perdón de Dios, en comunidad, con mis hermanas y en la misión. Un modo de vida que me desafía a transformar mis maneras de ser y de hacer, a fin de que la vida pueda desplegarse y que el reino de Dios pueda ser realidad.

El plan de Dios para mi vida continua siendo una aventura de amor, llena de peligros y sorpresas y como María, camino en la fe, poniendo mi vida en sus manos. Al ver mi vida me maravillo y me lleno de gratitud cuando veo cómo Dios, en su amor, ha moldeado los acontecimientos inesperados de mi vida, preparándome a aceptar lentamente su voluntad, animándome a hacer de su voluntad la mía. Me doy cuenta de que no es lo que hacemos lo importante sino nuestras maneras de compartir el amor y el gozo y nuestras intenciones puras que nos ayudarán a seguir fielmente a Cristo y a amarle de todo corazón y a ser sus testigos de amor en el mundo. Nuestro Dios es un Dios fiel y a pesar de las curvas del camino, siempre está ahí, para sostenerme, fortificarme y guiarme. Si, viendo el camino recorrido hasta hoy, veo una andadura llena de innumerables gracias y camino confiada en que Él va a continuar conduciéndome y transformándome.

Karen Corera fmm

Buscar en

Noticias

Vídeo

Llugar de Encuentro

Liturgia