Seguir a Cristo en mi vida diaria

Mientras escribo esto, resuena en mi cabeza este canto familiar:  «Sígueme, sígueme… Deja tu país y tu familia…» (Evangelio de Lucas 9:57-62). Jesús dice «Sígueme» v.59.  Mi respuesta hoy es: «Sí, Señor, te seguiré… pero ¿cómo?

Nuestro carisma me ayuda a hacerlo. Me guía y me ayuda a seguir a Cristo. Finalmente, el Carisma de las Franciscanas Misioneras de María, a través de sus cinco aspectos, da  una respuesta clara y práctica a la pregunta de «cómo» seguir a Cristo en mi vida diaria. “La Eucaristía es el centro de nuestra vida” (CS9) Escuchar la Palabra de Dios y recibir la Eucaristía me alimenta espiritualmente cada día y me motiva para salir a anunciar el Evangelio en mi vida diaria, esté donde esté. Como joven misionera, esto guía mi día y aún más mi apostolado. En este momento mi apostolado le realizo en el Centro Pastoral Pax Christi que pertenece a la Diócesis de Dundee en Sudáfrica. Allí, las FMM acogemos a personas de todas las religiones que vienen para realizar retiros, reuniones y también a aquellos que simplemente quieren pasar un tiempo tranquilo en la belleza de la creación de Dios. Con las diferentes experiencias que tengo aquí, aprecio nuestro carisma FMM, ya que veo que realmente me guía al escuchar a la gente y al tratar de responder a sus necesidades. Mientras acogemos y conversamos con los  que acuden al Centro o con los que  vienen solo al almacén, interesados por algunos objetos religiosos, hay quien nos comparte sus historias y nos piden oraciones; al hacerlo, siento que  cumplo mi propósito. CS 34 «Continuar la misión de Cristo, enviado por el Padre con la fuerza del Espíritu para llevar la Buena Noticia a los pobres…» La gente me envía  a Cristo, quien me envió primero a ellos para ofrecer mi humilde servicio y así me convierto en una mensajera entre los dos: -Dios y su pueblo-. Para mí, es siempre una alegría formar parte de los que dan la bienvenida a los que acuden a nosotros buscando alimento espiritual, y oírlos decir que han disfrutado de este lugar. Aprecian nuestra hospitalidad y algunos han mencionado que ven y sienten la «hospitalidad franciscana». Ofrecerme al servicio del pueblo de Dios de esta manera no sólo me ayuda a salir de mi zona de confort-conozco algunas personas y culturas – sino que también me empuja a aprender algo de cada uno de ellos. Recuerdo una hermosa experiencia con los obispos metropolitanos de Durban (Sudáfrica) que vinieron el mes pasado para una reunión. Nuestro hermano franciscano, el cardenal Napier, llegó el primero en un coche sencillo y esperábamos con impaciencia a los otros tres obispos que debían llegar al día siguiente. En mi imaginación esperaba verlos llegar en tres grandes coches. ¡Nunca pensé que llegarían juntos en un solo coche! ¡Yo estaba como ¡¡Vaya, Obispos!! ¡¡Uah!! qué sencillez aprendí ese día! ¡Qué alegría! Recordé las palabras de nuestro Seráfico Padre San Francisco: «Predica siempre y, si es necesario, utiliza las palabras». Los obispos realmente me predicaron ese día.

María de la Pasión quería que fuéramos valientes en la misión. Está claro que ella misma tuvo esta experiencia y ahora nos prepara a nosotras también. Nosotras (FMM) las qué prestamos nuestro servicio al Centro como un equipo, es decir, todas nosotras, (la comunidad),  estamos comprometidas con él de una u otra forma. Hermana Melanie está especialmente involucrada en el Centro y me alegra que mi principal apostolado sea ayudarla. A veces el Centro exige mucho, pero ¡qué bonito es tener hermanas en comunidad! Aprecio su amor y preocupación cuando trabajamos juntas. La comunidad es una fuente constante de apoyo a través de la oración comunitaria y siempre que hay algo que hacer en el Centro. Es “con las hermanas que Dios me da” con quien comparto mis experiencias del día y nos apoyamos mutuamente en nuestro camino hacia el Señor. Un día, cuando pensaba  que había terminado mi jornada, oí que alguien venía y necesitaba una habitación. Inmediatamente me vino a la mente el artículo 4 de las Constituciones «Misioneras, dispuestas a ir a cualquier parte…» y sonreí. Por supuesto que no iba a ninguna parte, pero me ayudó a estar disponible, a responder a la situación y me dio fuerza para cantar «Welcome». Nuestra «llamada a vivir el mismo carisma» comienza en la comunidad (en casa) y termina allí mismo, al final del día, donde experimento que la comunidad está realmente en el corazón mismo, de la transformación, ayudándome a crecer en mi discernimiento diario para seguir a Cristo que me llama cada día.

María es un modelo para mi «sí» diario. Su Ecce y su Fiat me dan valor y me ayudan a tener la actitud correcta para responder a lo que el Señor me pide en ese momento particular. A veces siento que no puedo llegar a hacer lo que se me pide, pero si la miro, me ayuda a discernir y a decir “si”, con confianza, según las palabras del ángel Gabriel a María en la Anunciación “porque nada hay imposible para Dios” Lc.1,37

Doy gracias a Dios por el don de nuestro Carisma que ha inspirado y confiado a María de la Pasión y que ahora nos ha dejado a sus hijas. Esta es mi oración: “Que continuando la misión de Cristo a través de nuestra forma de vida FMM seamos verdaderas testigos de aquel a quien seguimos en nuestro ser cada día.

Hermana Immaculate Sitima

FMMVT Provincia de África del Sur

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