Aniversario de la Beatificación de María de la Pasión – 20 de octubre de 2002

 

Este aniversario no es una fiesta litúrgica, pero el 20 de octubre de cada año se nos invita a recordar, con acción de gracias, la beatificación de María de la Pasión en San Pedro de Roma.

 

  1. Un poco de historia 

Fue la culminación de un proceso muy largo, desde los primeros pasos dados bajo la dirección de M. Marie Jehanne d’Arc a partir de 1915 para reunir todos los documentos necesarios para la apertura de la Causa, hasta el reconocimiento oficial de santidad, proclamado por el Papa Juan Pablo II.

En un número especial del Boletín de Información de Roma (FMM-INFO V/VI N.º 59 – (Especial Beatificación 2002),  la hermana Anne Marie Foujols resumía la historia de este «largo y a menudo doloroso camino (…), que ha permitido resaltar la luminosa figura de santidad de María de la Pasión». Evocó a las hermanas «que tenían la misión de ofrecer en la sombra un trabajo asiduo (…) para que se conozca y se reconozca el “don de Dios” hecho a la Iglesia en María de la Pasión». (…) El recuerdo de quienes formaron esta larga cadena de trabajo y amor permanece con nosotras. No podemos recordar este acontecimiento sin estar agradecidas a ellas también.

 

  1. El significado de esta conmemoración para nosotros los FMM

El reconocimiento oficial de la Iglesia nos asegura ahora que el camino espiritual de María de la Pasión es seguro, una verdadera escuela de santidad, trazada tanto por su vida como por su enseñanza: un estímulo urgente para escucharla y seguirla para que nuestra misión actual siga marcada por esta particular inspiración del Espíritu Santo; un don de Dios confiado al Instituto para el mundo a través de la persona de Madre Fundadora. En efecto, como afirma la encíclica Redemptoris Missio, es siempre «el Espíritu Santo, el primer protagonista de la Misión… [quien] asume el papel de ‘guía’ en la elección de las personas o de los caminos de la misión» (cf. RM, cap. 3, 21. 24).

Este reconocimiento contiene otro aspecto particular para el Instituto, el de una verdadera rehabilitación implícita de nuestra fundadora. Como expresaba ya en 1979 el Documento de la Postulación para la introducción de la Causa de Beatificación, María de la Pasión «está ahora purificada del fango con que la cubrieron adversarios sin escrúpulos, eclesiásticos y religiosos». Se trata de acusaciones injustas y graves formuladas en el momento de la separación de las Reparadoras; afectan a su gobierno y a su vida moral. Nunca fueron desmentidas oficialmente, incluso después de que el Papa León XIII autorizara su reelección como Superiora General.

A través de este sufrimiento, al que María de la Pasión supo dar sentido entregándose sin reservas con Cristo crucificado, creció en su amor a la Iglesia. En su forma evangélica de combatir el mal, estaba decidida a no separar nunca la caridad de la verdad. Ya en enero de 1877, pudo escribir a sus primeras hermanas: «Mis queridas hijas, os hago una promesa y os pido algo a todas, que en el examen de una misma se dé un pequeño espacio para ver si se ha faltado a la caridad, ya sea de pensamiento o de palabra, hacia los que nos han hecho sufrir. Esto es una parte integral de su santidad. ¿No sigue siendo ésta una línea de acción clara para nosotras, en la actualidad de la vida eclesial, al ofrecer nuestras vidas por la Iglesia y la salvación del mundo?

 

  1. Para rezar en este día

Oración de una FMM a María de la Santísima Pasión

¡Madre! Si hoy la Iglesia te proclama bienaventurada, en la gloria sigues siendo sobre todo nuestra madre, la que nos trajo a la vida en el dolor y en la fe.

Mujer del Evangelio, diste tu vida para que naciera un mundo nuevo en la Verdad y la Caridad.

¡Madre! Danos seguir tus pasos (…)

Llévanos de la mano por el camino que nos has abierto, siguiendo a Cristo que se entregó al Padre por la salvación del mundo (…)

Y que así lleguemos al corazón de la Trinidad, esa Trinidad que ves «tan bella en la Verdad del Amor», que es Padre, Hijo y Espíritu, por los siglos de los siglos.  Amén

*Extractos de la Oración escrita por hermana Marie Thérèse de Maleissye con motivo de la beatificación de María de la Pasión.