Faro de Esperanza

«Ir hacia los pobres es una necesidad de mi alma», escribió la Beata María de la Pasión. Impulsadas por el mismo celo, nuestras hermanas iniciaron el Hogar de la Misericordia del Papa Pablo VI para personas vulnerables en 1966 en Ooty. Desde entonces, nuestro Hogar de la Misericordia comenzó a brindar servicios a los marginados y oprimidos en la sociedad. En los primeros días, muchas personas fueron recogidas de las calles, otras, personas con discapacidad visual, discapacitadas físicas y mentales, parapléjicas, enfermas mentales y ancianas rechazadas por sus familias, fueron traídas al hogar y se les proporcionó apoyo emocional, mental, físico y social. Actualmente, hay 70 residentes con diferentes grados de vulnerabilidad.

Yo, estoy exuberante y feliz de poder compartir mi experiencia de estar con estas personas menos privilegiadas durante el último año. «La vulnerabilidad es el lugar de nacimiento del amor, la pertenencia, la alegría, el coraje, la empatía y la creatividad. Es la fuente de la esperanza, la empatía, la responsabilidad y la autenticidad». Sí, estas palabras de Brené Brown son absolutamente ciertas. Al reflexionar sobre mi tiempo trabajando y estando con ellas, me doy cuenta de que me brindan una rica experiencia y me permiten encontrar el rostro de Dios en cada una de ellas. Afirmo que tratar con personas vulnerables es un desafío y, al mismo tiempo, una experiencia reconfortante, instructiva y gratificante a los ojos de Dios.

Aunque son vulnerables, su fe en Dios, su actitud hacia la vida, su gratitud hacia Dios y su satisfacción en la vida son admirables. Viviendo juntos, como diferentes individuos con  diversas culturas y antecedentes, se les hace comprender que forman una gran familia al asumir diversas responsabilidades como el lavado de ropa, la artesanía, la confección de bolsas y el tejido, entre otras cosas, lo que las hace sentirse parte de la familia del Hogar de la Misericordia. También atienden las necesidades de los demás. Se les enseña a hacer ejercicios, bailar y algunos juegos de interior. Todos están involucrados en diferentes actividades, esto les ayuda a olvidar sus dolores pasados, su estrés y a sentir que son necesarias y valiosas. Periódicamente, durante los momentos de recreación,  les damos la oportunidad de mostrar sus talentos ofreciéndoles una plataforma para crecer socialmente a través del encuentro con personas del exterior..

La liturgia diaria se embellece con sus cantos melodiosos, encuentra significado a través de sus oraciones sinceras y también se empoderan mediante sesiones de educación en valores impartidas por nuestras hermanas. Como resultado, los residentes que alguna vez fueron desesperanzados se han convertido en portadores de esperanza para la sociedad. La solidaridad que existe en esta comunidad es notable. La comunidad del Hogar de la Misericordia atrae a muchas personas de buena voluntad, ricas y pobres, para expresar su solidaridad hacia losmenos afortunados. Muchas personas vienen a pedir oraciones ya que creen firmemente en ellas sus oraciones. Personalmente, experimento mucho amor, cuidado, preocupación y aceptación de parte de estos residentes. No solo comparto con ellos, sino que a su vez me inspiran a través de su experiencia de vida.

Sentirme profundamente conmovida y humilde por la resiliencia y la fuerza de las personas vulnerables me ayuda a ser más paciente, compasiva, empática, amorosa, amable, sin prejuicios, optimista, alegre y altruista. Trabajar con personas vulnerables me desafía y me empuja cada día a ser testigo del corazón de Dios en servicio amoroso hacia ellas.

Jenitta Mary F.M.M.