15 de agosto – Solemnidad de la Asunción de la Virgen María y fiesta patronal de nuestra Superiora General

Un poco de historia…

Está atestiguado, que la solemnidad litúrgica de la Asunción, ya era celebrada en esa misma fecha, el 15 de agosto, en el siglo V en Oriente y un siglo más tarde en Occidente. Recordemos, sin embargo, que en la época de María de la Pasión aún no se había promulgado el dogma de la Asunción.

Fue el Capítulo General de 1884 el que decidió hacer de ella la fiesta patronal de la Superiora General.

Pero descubrimos igualmente, que, al año siguiente -1885-, esta elección fue confirmada por dos acontecimientos que María de la Pasión esperaba con gran esperanza para fortalecer el Instituto y la orientación franciscana que ya había tomado.

Releamos cómo lo presenta y le da sentido nuestro “Coutumier – Maniére de vivre”, (ed. 1904):

«Esta solemnidad (la de la Asunción) fue elegida por el Capítulo de 1884 para ser la de todas las Superioras Generales, se celebrará entre nosotras con la Santísima Virgen y en nombre de todas, puesto que todas somos “María” en el Instituto.   (…)

DIRECTORIO:

Dios ha consagrado esta fiesta, la de las Superioras del Instituto, marcándola, la primera vez que se celebraba [1885], con la gracia y el consuelo de la entrega del decreto laudatorio de nuestro Instituto [= una aprobación, pero aún no definitiva] y que sitúa a la General bajo la dirección del sucesor de San Francisco. De este modo, nuestra divina Madre ha querido mostrarse nuestra verdadera patrona, dando a sus hijas como Padre y custodio a su fiel siervo Francisco. Celebremos esta doble fiesta de las FMM y que se nos conceda misionar por la tierra a María, bajo la guía de san Francisco (…)».

Una «doble fiesta» para las FMM, memoria de una vocación indisolublemente mariana y franciscana 

  1. La dimensión mariana

Si la Superiora general recibe a la Virgen María como patrona, es «en nombre de todas, ya que todas somos María». Esta es una frase feliz que recuerda el lugar esencial de María en el corazón del carisma de las FMM: «el camino en el camino (de Jesús)»[1]. Entre el 7 de septiembre (Natividad de María) y el 15 de agosto, es todo el año litúrgico el que se pone bajo el patrocinio de María, y tal recapitulación en la solemnidad

de la Asunción es muy adecuada para poner de relieve el camino mariano en el que se desarrolla nuestro itinerario espiritual.

En el ambiente familiar de la fiesta en torno a nuestra Superiora General, que es «signo y vínculo de unidad» (CS 7), cada 15 de agosto, es un vigoroso recordatorio de esto, para cada una de nosotras.

La oración confiada por ella, en este día, es una expresión preciosa de todo  ello, ya que es con ella con quien «todas somos responsables de llevar a cabo la misión confiada por Dios al Instituto, en la Iglesia» «en unidad, fidelidad al carisma…». Nuestras Constituciones (artículos 128 y 129) insisten en ello, y el Capítulo de 2014 no dirá menos cuando nos exhorte a asumir plenamente «nuestro papel de miembros».

  1. La «adopción franciscana» del Instituto para sostener su vocación propia

Y he aquí, que, en 1885, en la misma fecha de la Asunción y sólo un año después de su elección inicial como fiesta patronal, ¡Aparecieron dos decretos más! concedidos al Instituto! “Armonía divina», le gustaba decir a Maria de la Passion, quien insiste en ello en el Directorio de las Costumbres.

En efecto, el segundo decreto (a menudo llamado «privilegio de las Estigmatinas»)[2], situaba  a la Superiora general, mediante un vínculo concreto de obediencia, bajo la dirección espiritual del Ministro general de los franciscanos, lo cual respondía al ardiente deseo de nuestra Fundadora de que la protección y el espíritu del mismo San Francisco fueran siempre transmitidos y conservados para la vida del Instituto: si todos somos «María», San Francisco nos «acoge en su casa», como San José había acogido en la suya  a María y al niño (Mt 1, 24; 2, 13. 20). Esta conexión con los inicios de la obra de salvación en Jesucristo iluminaba a María de la Pasión el reencuentro de la vía franciscana; Era como una misión confiada a la Orden, la de custodiar de este modo a quienes debían «llevar a Jesús al mundo» a la manera de su Madre.

Es así, como nuestra Superiora general «promueve la animación espiritual del Instituto en el espíritu de San Francisco y según el carisma de María de la Pasión… en referencia directa con él (= el ministro general) para el mantenimiento del espíritu franciscano». (cf. CS 176 y 177).

La conclusión del Directorio habla por sí misma:

«Recordemos que es sobre todo el amor y la virtud de sus hijas lo que alegrará su corazón, así como los de nuestra Madre Inmaculada y de su divino Hijo».

Con estos sentimientos, encomendamos hoy a la Virgen María a quien, entre nosotras, ha sido llamada a este servicio como garante de la fidelidad de sus hermanas y de nuestra misión común.

Y, siguiendo la indicación dada por María de la Pasión para el 15 de agosto, en sus «Meditaciones»: «Oremos por nuestra Reverendísima Madre General, cuya fiesta es, y pidamos a María que nos lleve cerca ella obteniéndonos un aumento de fe, esperanza y amor».

[1] Podemos prolongar la reflexión del camino mariano rezando con la oración que realiza la misma María de la Pasión el 15 de agosto de 1883 (OUV189). Esta oración está editada en el fichero (NS 101) y en “Me habla en el corazón de su Iglesia” (nº 210)
[2] Véase el relato de María de la Pasión sobre este acontecimiento y la carta del Padre Bernardino aceptando esta dirección espiritual, en ‘Memorias Inéditas’, ed. 1969 en francés, pp. 114 y 115.

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