Dios me invita a amar y confiar

El 17 de mayo de 2014, Dios me condujo a la provincia de habla inglesa de Kenia/Etiopía y a este lugar llamado Kakuma. Cuando llegué a este sitio semidesértico, descubrí que los turkana (la población local) y los refugiados carecían de lo más necesario: un lugar donde habitar, agua, electricidad y alimentos. Fue desgarrador, pero pronto descubrí que eran personas amables, llenas de fe y alegría. La pobreza y la dureza de la vida no les impiden ser alegres, intercambiar una sonrisa o caminar un kilómetro de más para ir a buscar agua.

Por primera vez en mi vida, presencié una participación tan extraordinaria en la misa turkana, con cantos y bailes desde la entrada hasta el ofertorio, la acción de gracias y el final de la misa. Participaron con toda su mente, todo su corazón, toda su alma, todo su ser. Fue una verdadera fiesta y Dios me invitó a estar allí con ellos, a disfrutar de su música, su baile, sus ritmos. Tienen un gran respeto por la Biblia, y expresan su alegría y acogida aplaudiendo cuando el sacerdote levanta la Biblia antes de leerla.

Cuando miro el crecimiento de la Iglesia, la fe de la gente, las escuelas establecidas por los primeros misioneros, la severa pobreza con la que tuvieron que vivir, la falta de carreteras, idiomas, comida, refugio, agua y electricidad, pienso que debió ser terriblemente duro aquel primer tiempo, pero Dios les acompañó y les permitió salir adelante. Su amor verdadero y su confianza en Dios ciertamente les ayudaron a perseverar, a arriesgar y a seguir adelante. No puedo dejar de admirarlos, de sentirme edificada por su fe, su amor y todo lo que han hecho para llevarnos hasta donde estamos hoy: un pueblo fiel a Dios, que lo conoce y lo celebra con gran alegría.

¿Quiénes son los misioneros? ¿Puedo detenerme un momento para apreciarlos, amarlos y aprender de ellos? Y al hacerlo, también aprecio a nuestras misioneras las fmm, que han dejado sus familias, han dejado su zona de confort, lo han dejado todo y en muchos lugares han iniciado nuevas fundaciones, han construido comunidades de fe, han establecido escuelas, hospitales, han ido a lugares donde Cristo es menos conocido. Y para mí, donde trabajo ahora, me apoyo en los que empezaron y construyeron esta fundación con tanta confianza en Dios y en su pueblo. Tengo mucho que aprender de ellos y agradecerles su ejemplo, su confianza y su amor por Dios y su pueblo. El Señor me invita a hacer lo mismo.

Sr. Molly Lim, fmm