18 de Agosto – Fiesta de Santa Elena

¿Quién fue Santa Elena?

Las leyendas a menudo, han dominado la realidad histórica, pero sabemos que Elena, la madre del emperador romano Constantino (siglo IV de la era cristiana) tenía una gran devoción a Cristo crucificado y peregrinaba a Jerusalén. Se le atribuye la búsqueda de la verdadera Cruz. Y fue tras tener una visión de la Cruz y las palabras que la acompañaban «con este signo vencerás» que Constantino, su hijo, puso su fe en Cristo. Puso fin a las terribles persecuciones que habían surgido durante más de tres siglos, regularmente, contra las comunidades cristianas, y por fin, la Iglesia estuvo en paz.

Las reliquias de Elena, que había muerto en Constantinopla, fueron trasladadas a la pequeña iglesia del Aracoeli, en Roma, donde se erigió un altar en su honor.

La casa de Roma se fundó en 1882 bajo su patrocinio.

En la festividad de Santa Elena, y bajo su protección patronal, la instalación de las hermanas y la primera Misa en Vía Ferruccio marcaron un paso importante para el pequeño Instituto misionero, cuya existencia misma seguía amenazada. El libro «Allí, más que en ninguna otra parte» (Sorgente 1982, cap. III) relata los comienzos de la fundación romana, la alegría, la pobreza, las esperanzas…

Maria de la Pasión, en su carta general del 4 de octubre de 1882, explica la elección de Santa Elena como patrona de la casa: «Esta casa de Roma, que será en adelante como el alma del Instituto y que os aportará, estad seguras, una vida nueva y verdadera, fue fundada el 18 de agosto. Se llama Santa Elena.

Os diré por qué:

« Fue a mi santa patrona a quien me dirigí para obtener esta fundación; la idea me vino en el mismo San Pedro, ante la estatua de la santa, (…). Aún no habíamos dado ningún paso para conseguir la fundación. Recordé, en presencia de Dios, que Santa Elena había sido la emperatriz misionera de Roma, una de las mujeres que más contribuyeron (…) al reinado del catolicismo. Además, vosotras os ofrecéis como víctimas por la Iglesia.

La conversión de Constantino fue uno de sus mayores triunfos; qué vosotras también, hijas mías, venzáis por este signo, la cruz, y obtengáis para (…) nuestra santa Madre Iglesia tiempos menos tristes y más favorables a la salvación de las almas. »

« In hoc signo, Vinces » : « por este signo, vencerás »

En la capilla azul, sobre la tumba de la Madre Fundadora, ella que llevaba el nombre de pila de Hélène-, se encuentra esta cita, que se eligió para grabarla bajo la cruz. Para nosotras, estas palabras constituyen, sin duda, el mensaje esencial de la fiesta del 18 de agosto. Hablan de la «verdadera fuerza del amor» que María de la Pasión descubrió cada vez más profundamente a través de la experiencia de su unión con Jesús Crucificado: el amor que se entrega sin jamás volverse atrás.  Este amor del Hijo «obediente hasta la muerte de cruz», es el camino de la Vida, de toda victoria sobre el mal que aplasta nuestro mundo.  Dios.  Y nosotras, sus discípulas, que hemos elegido seguirle por este camino, «llevamos en nuestros cuerpos la agonía de Jesús», pero «si la muerte actúa en nosotros, la vida actúa en vosotros» (2 Co 4,10-12).

A través de los comienzos de su historia, la casa de Roma da testimonio de la fecundidad de este misterio pascual. ¡Qué belleza tiene nuestra vocación!

En la fiesta de Santa Elena,

Bendigamos al Señor por esta Buena Noticia que se nos ha confiado, la del Amor victorioso, y la misión de darla a conocer al mundo.

Demos gracias por la vida del Instituto, por nuestras vidas, ofrecidas con la de Cristo « por la Iglesia y la salvación del mundo »

para que el Amor libere a todos los hombres y mujeres que aún yacen en sombras de muerte…