7 DE ABRIL – PASCUA DE LA BEATA MARIA ASSUNTA PALLOTTA

Un poco de historia
Maria Assunta Pallotta nació en Force el 20 de agosto de 1878. El 5 de mayo de 1898 entró en el postulantado fmm de Grottaferrata, tomó el hábito el 9 de octubre del mismo año, emitió sus primeros votos el 8 de diciembre de 1900 en Roma y su profesión perpetua el 13 de febrero de 1904 en Florencia.
El 19 de marzo de ese mismo año parte para China a bordo del Tong-eul-keu. Un año más tarde, durante una epidemia de tifus, enfermó y murió el 7 de abril de 1905.
Su vida no tuvo nada de extraordinario, aparte de la normalidad vivida en el amor, la disposición al servicio, la fidelidad y la alegría de vivir. Si hubo algo extraordinario en la banalidad de su vida, fue que nunca pensó en sí misma, sino que siempre y en toda circunstancia se entregó por los demás.
Cuando murió, un perfume indefinible se extendió por la habitación y pronto llegó a todos los lugares donde había estado sor Assunta, un perfume que se extendió en oleadas y duró tres días. Esta fragancia embriagaba el cuerpo y el alma, de modo que la muerte de sor Assunta trajo paz, serenidad y alegría en el Señor. Los chinos de la misión la llamaron inmediatamente «la santa de los perfumes» y el asombro ante este prodigio se extendió enseguida fuera de la misión. Ocho años después de su muerte, en abril de 1913, su cuerpo fue exhumado y encontrado intacto. En 1923 se introdujo la causa de beatificación, que concluyó el 7 de noviembre de 1954 con la beatificación de la santa en la basílica de San Pedro, en Roma.

Que nos dice esta conmemoración
La Hermana Assunta nos dice todavía hoy, y quizás más que nunca, que lo que cuenta no son las cosas que hacemos, sino la intensidad del amor que las acompaña. Su corta vida, apenas 27 años, entrelazada con Jesús en la Eucaristía, es un continuo SÍ al Amor, como la de María y Francisco, y la fragancia de su existencia sigue fresca para nosotros. Sor Assunta nos recuerda que no debemos buscar la alegría en la novedad, sino hacer de nuestra propia existencia un don de felicidad para los demás. La hermana Assunta vivió y vive en la humildad, por eso la sentimos muy cerca de nosotros y la llamamos siempre «hermana Assunta» y casi nunca «beata Assunta».
Fue elegida en el Instituto como patrona de las jóvenes profesas, como espejo de sencillez, fidelidad y amor renovado cada día en la Eucaristía y en la Virgen María.
En el Instituto, celebramos a Sor Assunta el 7 de noviembre, día de su beatificación, y no el 7 de abril, día de su muerte, como es costumbre para los santos y beatos. El motivo es que el 7 de abril cae casi todos los años en Cuaresma y, a menudo, en Semana Santa, cuando no se celebra a los santos, sino sólo al Santo, a Jesús en su Misterio Pascual. Por ello, el Instituto solicitó y obtuvo que su fiesta se trasladara al día de su beatificación.

Cómo rezar en este día
Tal vez la oración más hermosa y que más merece la pena es seguir las huellas de sor Asunta, impregnarse del amor que ella tenía a Jesús y a María, descentrarse para entregarse a los demás sin cálculo ni expectativa de recompensa.
Retomar su vida y compararla con la nuestra para reavivarla y reavivarla con amor, fidelidad y minoridad en la alegría y la sencillez.